27 feb 2012

En perdonar a nuestros viejos está la paz




Recibí un mail de un amigo dándome las gracias por haber ayudado en el negocio a su sobrina a terminar la escuela. Por alguna razón... de esas que a menudo suceden en este mundo, su padre cayó enfermo y la estabilidad de la familia se rompió en un suspiro desafortunado, sacudiendo los cimientos de todo el núcleo familiar, dejándolos un poco a la deriva. 
El mail decía... Que habíamos sido como un ángel al ayudarla a terminar su Licenciatura, lo cual me lleno de emoción pero me cuestionó si realmente era verdad lo que nos había dicho.
Después de meditarlo un poco, respondí de la siguiente manera... Sin duda es un logro que debes de celebrar con tu familia , ellos fueron los que te trajeron hasta la orilla, nosotros sólo jalamos la barca para que pudieras anclar.

Tan solo dos días después escuché a alguien completamente resentida con su padre, porque no la había atendido cuando su madre partió a la cita con el Señor. La escuché decir cosas como que su padre sufría de discapacidad mental y algunas otras cosas que sólo manifestaban un gran dolor...
...Cuantas veces los hijos sentimos que los padres tienen la obligación de cuidarnos en cualquier circunstancia que se vaya presentando en la vida, sin pensar en lo que pueda estar pasando en sus corazones, haciéndolos responsables de lo que nos pasó o nos continua pasando... porque no estuvieron atentos, porque fueron irresponsables en nuestro cuidado; aun a sabiendas de que siempre hemos sido unos hijos de maravilla, responsables, trabajadores, sin vicios, bla bla blaaa...
Y no pensamos que tal vez su corazón y su alma están mucho más atrapados que nuestro propio dolor, que su vista no alcanza más que para la lucha que están librando con sus propios demonios, que por más que gritemos... sus oídos y sus corazones no alcanzaran a escuchar un solo lamento nuestro. Porque ellos están peor, perdidos en el ojo del huracán; solos, siempre solos... complicando sus vidas cada día un poco más, cada vez más a la deriva de la soledad.
Aunque se que el resentimiento y el dolor difícilmente nos permiten abrir nuestros corazones, tal vez... este sea el tiempo de abrir nuestros sentidos a la consciencia colectiva para darnos cuenta de que todos somos parte del Universo, y aprender que lo que le sucede a cualquiera, me está sucediendo a mi por el simple hecho de formar parte de esta gran Unidad. Si te comprendo... me comprendo, si te perdono... me perdono, si te libero... me libero y entonces puedo alcanzar la paz para decir, te amo y me amo.  


No tiene ningún sentido quedarnos atorados en los resentimientos  hacía nuestros padres, no no lo tiene... perdonemos a nuestros Viejos y dejemos que el corazón se limpie para entrar en un verdadero camino de crecimiento personal.
Y tal vez si logramos romper con las carencias de nuestros padres; entonces estemos preparados para hacer la paz con nosotros mismos, para derramarla; con nuestros hijos, nuestros amigos, nuestros hermanos o con todo lo que nos rodea en este espacio. Rompamos con la soberbia y salgamos al encuentro de la consciencia colectiva donde sin duda esta el sendero de la paz.

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