3 sept 2009

Los niños de la calle... qué pecado!!!


Hace veintitantos años tuvimos la oportunidad de convivir con algunos niños de la calle. En ese entonces Elena y yo recibimos muchas críticas por haber permitido que entraran a nuestra casa, convivieran y compartieran algunas veces el pan con nuestra pequeña familia.

Estuvimos cerca de ellos tal vez por dos años, siempre de la mano bondadosa de mí gorda, era increíble ver como les podía dar un abrazo y un beso afectuoso haciéndolos sentirse queridos, le decían Tía, pero no tengo duda que desde su corazón le decían Mamá. Y yo a su sombra, disfrutando siempre su inagotable bondad y tratando de aprender de lo sencillo de su corazón.

Cada fin de semana sin excepción venían a la casa por las mañanas a recoger su Domingo, que no era otra cosa que su mesada para pasar la semana. Algunas veces llegaron a venir hasta quince niños de muchas edades, desde dos a los catorce años. El Maico, los Juanitos, el Jarocho, Manuel y todos los demás llegaban siempre a la casa gritándonos, haciendo un gran escándalo:


¡¡ TIOOOOS, QUEREMOS NUESTRO DOMINGOOOOO !!

Estuvimos ese tiempo compartiendo con ellos: sus miedos, los de nosotros y sobre todo los de la gente que los veía entrar a nuestra casa...

Todo iba caminando bien hasta que un día que regresábamos del parque donde fuimos a tomar una nieve con los chavos, al bajar todos del coche mi hijo Israel -quien en ese entonces tenía dos años- puso sus manos en el poste de la puerta del auto y vi como el Jarocho le aventó la puerta queriendo lastimarlo; quizás queriendo apaciguar todo el dolor de los años de caminar solo, de no comprender porque ese niño de cabello rubio era tan querido y él no,... seguramente no fue él quien aventó la puerta, creo que fue todo el dolor acumulado en su corazón quien lo hizo,...afortunadamente mi instinto y mi desesperación me hicieron reaccionar y pude detener la puerta antes de que lastimara a mi niño.

Lo que si ya no pude detener fueron mis miedos, que tomaron mi corazón y machucaron mi alma, haciéndome renunciar a continuar acompañando de a poco en el camino a estos ángeles perdidos del Señor - sin lugar a dudas son sus ángeles disfrazados de mugre y mal olor- quienes al entrar en nuestras vidas sin remedio nos enseñan que el cielo no es para todos, sino tan sólo para aquellos que pueden ver más allá de lo material.

Hace una semana, regresando de una fiesta, nos encontramos en una exposición de Arte con Carlos Humberto, un pintor que tuvo la oportunidad de convivir con ellos por diez años. Nos platicó tantas cosas que con ellos vivió, que indudablemente me hicieron remover los escombros del miedo, cuestionando mi proceder…

¿Qué no hubiera sido más fácil sólo alejar a mis hijos sin renunciar a esa ayuda?

Tengo que ser sincero, ahora al pasar el tiempo no sé si eran ellos o nosotros los que estábamos recibiendo ayuda... no lo sé, ellos perdieron su Domingo y a los Tíos, nosotros la oportunidad de estar cerca de los ángeles del Señor.

Al paso de los años por las condiciones de nuestro país, hoy yo y todos nosotros tenemos la oportunidad de romper con nuestra ceguera, la oportunidad de salir al encuentro de la pobreza: la económica y la del espíritu. Si la batalla del día a día nos vence y por miedo postergamos tal encuentro, seremos cada vez un poco más cobardes alejandonos del cielo,...seguramente no podremos vencer de tajo todo este miedo acumulado por el paso de los años, pero de a poco, sólo de a poco, paso a paso podemos ir venciendo la cobardía cada día más, acercándonos a la congruencia, rompiendo con nuestro...

GRAN PECADO DE OMISIÓN!!!


2 comentarios:

kOLibrY dijo...

En verdad, sera un pecado? o los pecadores somos todos los demas, que cada dia tenemos que comer, en donde dormir,etc...o simplemente son el resultado de una sociedad cada vez mas divivida?... Me gusta la forma de relatar esta gran experiencia, que bonito poder acercarse a ellos...

Fernando Ramos dijo...

Es un hecho que a todos nos gustaría pensar y actuar como Dios quisiera que lo hiciéramos,es dificil saberlo, tan dificil que solo algunos creemos que lo han logrado saber, tal vez una Madre Teresa, Mohandas Karamchand Gandhi, Martin Luther King. No quiero generalizar en que siempre existirá un gran miedo por ayudar a los demás sin saber cómo terminará todo, sin saber el "final de la película". En mi si existiría cierta inseguridad y tal vez miedo, tengo que reconocerlo. Hace días escuché un comentario en el radio que a veces si es injusto exigirle a gente que vive en la calle y que se vuelven delincuentes cuando las circustancias politicas y economicas del pais no le permiten tener al alcance una oportunidad de ser alguien de provecho. NO se, es muy dificil entender todo esto, saber cuando y como ayudar. Lo que si está mal es quedarse con los brazos cruzados, porque pudimos ser alguno de nosotros el haber estado en esos zapatos rotos y sin amor.
Nota: Que buen final (video)para rematar tan "chidas" vivencias (como dice mi compadre lora) y que marcan siempre una pauta para poder llegar a dicer: "yo hice algo por querer cambiar este mundo"
Saludos.