17 jul 2010

Pasando el cuarto de las ratas estaba el club...



A todos los miembros del club:

En medio de una reunión familiar, los recuerdos invadieron el lugar como si hubieran sido invitados, regresándonos en el tiempo a disfrutar algunas de las inolvidables cosas de nuestra infancia...

En frente de los portales, en el centro de la ciudad estaba ubicada nuestra casa, era una casa vieja del siglo XIX, un lugar muy grande… bueno, al menos eso era lo que pensaba cuando era niño. En la planta baja había un pasillo muy ancho que tenía una espuela de tren que dividía los mostradores de los negocios de mi papá y el abuelo; una ferretería que para mí era la más grande de nuestra pequeña ciudad, y por el otro lado, estaba la distribuidora de la cervecería Moctezuma. En la parte trasera estaban las bodegas de los dos negocios que alguna vez fueron caballerizas; donde según todos los empleados... en las noches espantaban!!!

En la planta alta vivíamos las dos familias, divididos por un patio central, donde pasamos una buena parte de nuestra infancia andando en bici, jugando futbol y por supuesto rompiendo vidrios; la única cosa que podía terminar de golpe nuestra diversión para salir huyendo de los gritos de la GESTAPO...
riéndonos, echándonos todos la culpa, corriendo en cualquier dirección en busca de un lugar seguro.


En la parte trasera, estaba el patio de los guajolotes
en medio de cuartos abandonados en su mayoría; que durante muchos años habían servido de cuartos de trebejos y que con el paso del tiempo se convirtieron en un verdadero lugar de diversión, investigación y creatividad de los niños que por ahí pasamos.

Me imagino, que por el abandono en que se encontraba esa parte de la casa, de una manera natural ese lugar se convirtió en nuestro territorio, nadie podía pasar por el cuarto de las ratas para llegar a nuestro club – que se encontraba en la azotea – sin la autorización de todos los miembros. Para pertenecer al club, tenías que ser amigo de algún miembro de la familia y pasar la prueba; que no era otra cosa que meterte a un tinaco vacio e irlo rodando por toda la azotea hasta que la mayoría decidía que ya era suficiente.

En el club… aprendimos a jugar libres, a divertirnos sin complicarnos, teníamos un lugar con mil cosas que los adultos decían que ya no servían; una cortina de conchas que un tiempo fue la entrada de nuestro club, una colección de botellas de vino viejas que algunas veces las usamos para jugar tiro al blanco, mil cajones de madera con los que construimos nuestro club, cajas de pintura vieja con las que peleábamos con nuestros vecinos de la Escuela de Artes. Teníamos una colección de revistas con viejas encueradas que escondiamos en el cielo raso y una trampa de acceso - una cubeta con agua - por si alguien intentaba invadir nuestro club. Si nos faltaba alguna herramienta para inventar lo que fuera, teniamos la ferretería; con un corcho de cilindro, un palo de paleta y un pedazo de carburo; aprendimos a fumar en pipa. Del otro lado teníamos una bodega con cartones de cerveza; por si la tarde estaba aburrida y se nos antojaba echar una cervecita.

Aprendimos a cazar ratas con un anzuelo, una jareta y un pedazo de salchicha. También a atrapar guajolotes como Daktari lo hacía en su programa con las avestruces, aunque nunca aprendimos a soltarlos. Aprendimos a correr en las cornisas, a bajarnos de la azotea por un tubo de respiración de aire de medio metro de diámetro. Desde la azotea; a pegarle con cerbatanas y chochos al bolero de los portales y a verle las piernas a las niñas que pasaban en coche con su minifalda; también aprendimos que algunas veces una buena nalgada de mi padre, bien valía la pena.

Ahora, esta aventura se ha vuelto sólo recuerdo y reflexionando cómo salimos ilesos y nunca nos pasó nada más que una descalabrada o un clavo viejo enterrado; no tengo duda que el JEFEE era parte del club o al menos le gustaba nuestras reuniones y todos los viernes venía a cuidarnos y a reírse con nosotros…a disfrutar de las locuras y amistad de todos los miembros de nuestro querido club.



3 comentarios:

Rodolfo dijo...

Te felicito Primo, espero tengas mucho mas espacio para sacar esos gratos recuerdos del baul y todas las anecdotas, como la del gallo de Lolita; la pelea con pintura; la quema de revistas, la invensión de la bateria-musical-hagalo-usted-mismo; cómo se debe correr cuando un guajolote sin cabeza lo persigue, etc., etc.,
Saludos de Rodo.

Fernando Ramos dijo...

La famosa casa Gasca, hace un par de semanas lei acerca de ella en un libro viejicimo que tiene el papà de mi domadora. Saludos. Fer.

Unknown dijo...

Carnalito
no sabes como disfrute encontrarme de repente inmerso en estos recuerdos como si estuvieran pasando hoy mismo y yo escondido viendo la pelicula tal vez detras de un pilar del patio,dentro del tinaco,en las paredes falsas del club,cazando las ratas.....en fin creando los cimientos de ese espiritu creativo que hoy dia aun nos inspira .
gracias por estos momentos.
Juan Jose